En el Coro de la Catedral de Toledo tenemos una imagen de la Virgen hecha en marmol blanco del Siglo XIV policromada en dorado de origen francés de estilo gótico.
Cuenta la leyenda que en 1569 se casaron Beatriz de las Roelas con Santiago Galán, ella fiel devota de la Virgen Blanca.
Beatriz anunció a Santiago, pasados unos meses, que serían padres. Santiago quedó triste pues ese mismo día debía partir a la batalla comandando tropas del Señor de Orgaz. Ante ésto, Beatriz, va todos los días a pedir por él a la Virgen Blanca que le proteja.
Pasado un año de la partida de Santiago y sin saber nada de él, Beatriz, se niega a darle por muerto porque sabe que Santiago está bajo la protección de la Virgen Blanca.
El 8 de Septiembre, festividad de la Virgen Blanca, Beatriz, sentada en uno de los bancos que estaban delante de la Virgen, junto a su hijo, ante la mirada de los demás asistentes, es rodeada por una luz que nadie sabe de dónde puede llegar.
La cara de Beatriz se ilumina de felicidad porque ve que la Virgen ladea la cabeza y la sonríe.
En ese momento llega a los oidos de Beatriz el ruido de unas espuelas, al girar sobre si misma para ver qué ocurre, distingue a su marido, Santiago, que llega con barba, las ropas raidas muy delgado.
Alli se produce el encuentro de los esposos y, por fín, Santiago puede conocer a su hijo después de dos años de sufrimientos pero siempre protegido por la Virgen Blanca a la que Beatriz siempre había demostrada su gran devoción