Castilla marcha a la guerra contra el Reino Nazaría de Granada. El Rey convoca en Toledo a los nobles de todos sus reinos lo que provoca que las calles de la ciudad resuenen noche y día.
En el Alcázar una mujer llama la atención por su hermosura, ella es Doña Inés de Tordesillas.
Entre los asistentes al sarao que se celebra en el palacio hay dos, nacidos en Toledo y compañeros de armas, que se sienten poseídos de un amor ardiente por ella.
Son los caballeros Alonso de Carrillo y Lope de Sandoval.
Aquella noche comienzan una elegante lucha de frases para lograr llamar la atención de Doña Inés. Las frases se van tornando más secas y desafiantes llegando un momento en el que la cólera les hierve en el pecho.
La dama decide, ante ésto, levantarse de su sitio pero al ponerse en pie un guante se le cae al suelo, tal vez esa fue su intención.
Ambos caballeros disputan por el guante asiéndolo cada uno por un extremo. Se quedan inmóviles desafiándose con la mirada sin dejar de soltar la prenda de la dama.
La tensión aumenta de tal modo que el ruido provoca la aparición del Rey quien toma el guante para devolvérselo a Doña Ines sin que los caballeros pongan objeción alguna.
Terminado el sarao y con las calles toledanas ya en silencio, un caballero, se dirige a Zocodover como si buscara a alguien. Asi es, ambos caballeros se encuentran a solas en la plaza donde, tras un breve dialogo, se internan por las estrechas calles desapareciendo en la oscuridad de la noche. Buscan un lugar donde dirimir su disputa encontrándolo en la calle del Cristo.
Se enfrentan delante de un arco hundido en el muro en el cual se ve la imagen del Redentor enclavado en la cruz y con una calavera al pie.
Saludan respetuosamente a la imagen y dándose la señal comienza el cruce de estoques. Ante su sorpresa la luz se apaga de repente dejando la calle a oscuras lo que les hace bajar al suelo la punta de sus espadas mirando al farolillo que comienza a brillar de nuevo. Creen que el aire es el causante .
Remprenden su lucha y la luz de nuevo se va apagando y las espadas cesan su ruido.
Lope se extraña porque ve que el farolillo renace y su luz se derrama sobre el amarillo craneo de la calavera que está al pie de Cristo.
Pero vuelven a la lucha y de nuevo una sombra espesa les rodea pero al mismo tiempo una voz que emite largos quejidos se oye a lo lejos. La Luz vuelve a encenderse y entienden que Cristo no quiere que haya pelea entre los dos amigos.
Ambos amigos se funden en un fraternal abrazo con fuerza y efusión.
Alonso toma la palabra: ” Lope, se que amas a Doña Ines y se que un duelo entre nosotros en imposible. Busquemos a la dama y que ella decida quien de los dos será dichoso con ella. “
Marchan a esperar la decisión de Ines pero al llegar a su ventana ven que desde allí un hombre se descuelga al suelo. Los caballeros empuñan sus armas pero se detienen y mirándose a los ojos rompen en una gran carcajada al entender que dicho hombre es el galán al que espera Doña Ines y no son ninguno de ellos dos.